LA REVOLUCIÓN QUE CONTINÚA 106 AÑOS QUE INVITAN A LA REFLEXIÓN

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20 de Junio 2018
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LA REVOLUCIÓN QUE CONTINÚA, 106 AÑOS QUE INVITAN A LA REFLEXIÓN
Eduardo Grajales

Han pasado 106 años desde que el apóstol de la Revolución convocó al pueblo mexicano a tomar las armas para derrocar un gobierno autoritario, que prolongó su mandato durante tres decenios y cuyos logros en cuanto a progreso económico y estabilidad política contrastaron con la tremenda discriminación, impunidad y corrupción, males que se fueron instituyendo desde entonces y que hasta ahora siguen debilitando al Estado mexicano contemporáneo.

Cierto es que la realidad que planteó Francisco Indalecio Madero en su Plan de San Luis aquel 5 de octubre de 1910, ha cambiado sobremanera y para bien de los mexicanos, pero también es de reconocerse que dichas deficiencias persisten todavía y, justo en estas fechas, convocan nuevamente a una profunda reflexión como ciudadanos y gobierno, sobre la calidad de país que queremos y lo que estamos dispuestos a hacer para lograrlo. 

A partir de esa convocatoria, a la que se sumaría distintas facciones campesinas y obreras de toda la geografía nacional en el primer decenio del siglo pasado, los mexicanos pudimos establecer las bases para el acceso al poder, iniciando así la construcción de un régimen democrático inspirado en los ideales de justicia y libertad, que nos dotó a su vez de un entramado de instituciones legítimas, aunque con una incipiente pero valiosa autonomía.

Luego de todos estos años de luchas, triunfos y fracasos, es como hoy podemos vivir en un contexto de libertades, pluralidad ideológica, política y partidista que apunta, cada vez más, al respeto a lo diferente y a la tolerancia a lo que aún no comprendemos en su totalidad, y eso es el gran legado del pensamiento maderista y de todos aquellos personajes que lo siguieron y secundaron.  

Sin embargo, el contexto actual nos muestras una democracia inacabada que conserva vestigios del régimen porfirista que urge erradicar para pasar a otra etapa de plenitud y madurez democrática que brinde a la Nación y a sus habitantes la calidad de vida que merecen y que se deberá caracterizar por un justo equilibrio entre los distintos estratos sociales y por un gobierno confiable y transparente que brinde las garantías básicas de un auténtico Estado de Derecho.

Y es que infortunadamente, como hace 106 años, en el México actual sigue cohabitando una gran cantidad de la población en la miseria con ese pequeño grupo de Moreiras, Duartes y Padrés -a quien refería Madero en su escrito- quienes “abusando de su influencia, ha(n) convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos todas las concesiones y contratos lucrativos”, engrosando aún más las diferencias sociales.


En el México post revolucionario, la justicia en vez de impartir su protección al débil, todavía sigue sirviendo “para legalizar los despojos que comete el fuerte” y eso ya no puede permitirse en el nuevo contexto social.

Es por ello que a 106 años, el llamado de Madero permanece vigente, resonante y buscando cobrar eco en el pensamiento de todos y cada uno.

La revolución no ha acabado, continua día a día, pues es un proceso inacabado e inmanente al desarrollo, que invita como en 1910 a hacer un “sacrificio mayor” y a “reconquistar la soberanía del pueblo y sus derechos en el terreno netamente democrático”.

De lo contrario, el legado de esa oligarquía de la que hablaba el líder revolucionario terminará por absorber y dilapidar los recursos nacionales.

“Y si permitimos que continúen en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra: habrán llevado al pueblo a la ignominia y lo habrán envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejándolo en la más absoluta miseria; habrán causado la bancarrota de nuestras finanzas y la deshonra de nuestra patria, que débil, empobrecida y maniatada, se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones.”