LA EUTANASIA MUERTE ASISTIDA O ASESINATO
LA EUTANASIA, MUERTE ASISTIDA O ASESINATO
Eduardo Grajales
Mar Adentro es una película basada en hechos reales que aborda el tema de la eutanasia desde la historia de Ramón Sampedro, un escritor y ex marinero quien queda tetrapléjico tras un accidente ocurrido durante su juventud y permanece postrado en una cama durante casi 30 años, situación por la que desea morir mediante la muerte asistida.
En el filme que fue galardonado con el premio Oscar, se pone de manifiesto la lucha constante de una persona por morir dignamente y dejar de padecer los sufrimientos que le ocasiona la enfermedad, así como los que ésta le ocasiona a su familia al verlo postrado en cama y teniendo que hacerse cargo de él como si fuera un vegetal humano.
Para no hacer la historia demasiado larga, puesto que esto no es el objeto del presente documento, la película concluye con la muerte asistida de Sampedro, lo que abre toda una discusión y genera un gran revuelo en la sociedad española tradicionalmente religiosa y conservadora.
En ese sentido y desde la perspectiva ética, considero que uno de los valores de todo ser humano es la libertad de ser y hacer, por tal motivo la decisión de Sampedro se justifica y fundamenta, toda vez que su determinación se aleja de todo principio religioso de los cuales tiene todo el derecho de disentir y mantenerse lejano, sin embargo y en caso contrario son estos los que condicionan y deciden sobre su vida y su derecho a morir dignamente.
La muerte asistida a diferencia de lo que se piensa en el entorno religioso y que yo comparto, no es un asesinato o un suicidio que condena a los seres humanos a los infernales fuegos eternos. Es una decisión consiente de concluir con la vida cuando ésta se encuentra rodeada de tormentosos sufrimientos físicos, emocionales y mentales, y cuando la ciencia no ha logrado encontrar opciones para que el resto de los días de los pacientes se vivan dignamente.
Los médicos especialistas en estos temas consideran en su gran mayoría que no es matar a nadie, sino acelerar el proceso rumbo a la muerte con los mayores cuidados posibles tratando en la mayor de las posibilidades de generar dolor o daños colaterales que permitan al paciente disfrutar de sus últimos momentos. Es preparar el camino a la muerte a partir de los avances científicos y tecnológicos.
En tanto, la postura tradicional religiosa aboga sin sustento que tal determinación y acción por parte de los médicos es ir en contra de la vida del hombre y de los fines del ente mayor (Dios) quien ha diseñado el sufrimiento incluso como una penitencia. Como si el sufrimiento causado por el propio hombre fuera un elemento que limpie los “pecados” concebidos durante la vida y con los que se presume se gana la vida eterna.
Lo cierto es que en la actualidad no se ha determinado cuál de las posturas es la correcta y cual la incorrecta, en mi caso considero que cualquiera de las dos es viable dependiendo la postura ideológica de cada individuo, y que esta debe ser en todo momento respetada y jamás condicionada por un dogma religioso o científico como actualmente sucede.
Sin embargo, en la actualidad el pensamiento religioso (del cual no tengo nada en contra, por cierto) sigue imperando en muchas de las decisiones que se tomen a nivel individual y social, pero eso no es lo preocupante en el entendido de que cada quien determina las formas en las que desea vivir su vida. Lo verdaderamente preocupante es que el pensamiento religioso sigue presente todavía en muchas de las instituciones gubernamentales cuya obligación es atender las necesidades de la población.
Por tal motivo resulta importante que estas instituciones establezcan códigos éticos que permitan conocer con antelación cuál será su postura ante determinadas circunstancias, y poder así decidir si uno quiere o no pertenecer a ellas. Además, para efectos de lograr una mayor cohesión social es importante seguir luchando por el respeto a la diversidad, a la diferencia de las personas y ver en estos dos elementos puntos de acuerdo que nos lleven a generar empatía, alteridad y una mejora en la inteligencia emocional social, pues solo a través de ello garantizaremos mejores condiciones de dignidad para la sociedad presente y futura.
Fuentes de consulta:
Amenábar, A., Bobaira, F. (2004). Mar Adentro. España: Sogecine.