DIGNIFICAR A LAS Y LOS MAESTROS UNA TAREA PENDIENTE

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06 de Junio 2022
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DIGNIFICAR A LAS Y LOS MAESTROS, UNA TAREA PENDIENTE
Eduardo Grajales

Las difíciles condiciones que enfrentan las y los maestros en su vida laboral y profesional, es un tema recurrente y revelador de las condiciones del magisterio mexicano, el cual ha sido manifestado por importantes liderazgos docentes de diversas partes del país, a los que he tenido la oportunidad de entrevistar en el programa de televisión digital Causa Magisterial.

Y es que los beneficios que hasta ahora se le han brindado a este importante sector por parte de la actual administración todavía no logran llenar las altas expectativas que el presidente Andrés Manuel López Obrador le ofreció durante sucampaña electoral y al inicio de su gestión, ni subsanar el enorme rezago que ha acumulado el magisterio en los últimos años.

A pesar de que este gobierno ha generado las condiciones legislativas para reivindicar la labor del docente, los ideales constitucionales que se encuentran plasmados en el Artículo 3 Constitucional como parte de la Reforma 2019, no se han materializado en la realidad del docente.

Los maestros y maestras mexicanas todavía se siguen quejándose de la falta de recursos necesarios para hacer frente a las grandes necesidades que demanda su profesión, pues carecen de los insumos necesarios para salvaguardar su salud en el marco de una pandemia que todavía persiste y que representa un foco de riesgo en miles de aulas del país. Asimismo, señalan la necesidad de que se le brinden los recursos tecnológicos y capacitación que demanda la modernidad educativa, el ejercicio pleno de sus derechos básicos, como el contar con servicios de salud de calidad y una jubilación digna del servicio que prestan a la Nación.

A pesar del reciente y todavía confuso aumento salarial anunciado por el Ejecutivo federal, las y los maestros se quejan de que este incremento no ayuda a paliar sus necesidades, y manifiestan que no fue el que se esperaba al no atender particularmente a la base magisterial -esa que tiene que caminar horas para llegar a las escuelas ubicadas en las comunidades rurales más recónditas del país- sino que más bien el beneficio se centró en trabajadores de apoyo y personal administrativo, lo que dejo un mal sabor de boca en la comunidad docente.

Derivado de lo anterior, la gran mayoría de maestros y maestras mexicanas manifiesta su preocupación por tener que buscar otras fuentes de ingreso que le permitan mantenerse y mantener a su familia, pues aseguran que el salario que actualmente perciben no es proporcional a la inversión que hacen diariamente en su actividad, como en recursos tecnológicos, conectividad, capacitación, cooperación para festividades, entre otros, y mucho menos va en proporción al encarecimiento de la vida, sobre todo en momentos inflacionarios.

Sin duda alguna, lo anterior ha venido demeritando no solo la calidad de vida del maestro sino su papel frente a la sociedad, ya que en la mayoría de los casos el o la maestra tiene que recurrir a otras opciones como emplearse de taxista, conductor de Uber, vendedor de BetterWer, vendedor de joyería, y demás tareas que le distraen de su tarea primordial que es enseñar y formar a las nuevas generaciones.

Y para colmo, otra de las quejas más recurrentes que he percibido en estas entrevistas, es la ausencia total de su Sindicato, el SNTE, que en teoría debería ser el principal defensor de sus derechos y “conquistas laborales”, pero que hasta ahora ha brillado por su ausencia, y ha servido más de tapete, que como representante de un gremio que anteriormente se caracterizaba por ser aguerrido en la lucha por sus mejoras laborales.

De esta manera, es imposible entender una verdadera transformación de la educación mexicana sin mejorar las condiciones de vida que dignifiquen la labor docente.

Se podrán hacer las reformas educativas que se quieran, y se podrán generar nuevos marcos curriculares con una filosofía y modelos pedagógicos de primer mundo, pero mientras los maestros y maestras sigan adoleciendo de aspectos básicos y se sigan sintiendo demeritados, el proyecto educativo de la Cuarta Transformación, de lograr la “excelencia educativa”, seguirá postergándose.

En ese contexto, la comunidad docente está obligada a generar sus propias condiciones de cambio, pues como se ha visto este no puede esperarse de ninguna administración y mucho menos de un Sindicato débil, mermado y que le ha dado la espalda al maestro al estar extraviado en su misión. El cambio deberá venir necesariamente de las bases docentes.