HABLAR DE CIUDADANIA HABLAR DE CONFLICTOS DIALOGOS Y ACUERDOS
HABLAR DE CIUDADANIA, HABLAR DE CONFLICTOS, DIALOGOS Y ACUERDOS
Eduardo Grajales
En un momento dónde la ciudadanía cobró la fuerza necesaria para dar un viraje radical en la política nacional, el reto ahora es impulsarla, encausarla sabiamente y construir de manera conjunta y en orden, una ruta de mejora que éste legitimada en el sentir social y no en la visión de unos cuantos.
Por ello, la Consulta pública planteada por la administración estatal entrante representa un reto histórico en Chiapas, que está cumpliendo los objetivos planteados por las instituciones de educación superior, responsables de su diseño y ejecución, lo cual es digno de celebrar tato por el trabajo hecho por sus académicos, como el de los funcionarios que los acompañan.
Sin embargo, el paso importante para que la Consulta rinda el fruto necesario no radica en la eficiencia metodológica, sino en el diseño de los mecanismos necesarios que respondan al cómo impulsar esa participación social, al cómo lograr que la gente, el ciudadano de a pie participe, elabore su propuesta y la exprese contundentemente, sin mayores elementos que sus ideas reales y legitimas.
Lo que no puede suceder es que esos mecanismos se contaminen con la vieja concepción del dialogo social, donde el protocolo se impone a la creatividad, y donde los doctos hablan y el pueblo escucha, o donde los espacios son secuestrados por los grupos de poder. Eso es cosa del pasado.
Hablar de ciudadanía pues, implica arriesgarse a la posibilidad de equivocarse, de disentir, debatir y confrontar, de dejar volar la imaginación argumentando con base a experiencias reales y teniendo como únicas fronteras el respeto a las y los otros. Hablar de ciudadanía es hablar de diversidad y de su derecho a expresarse.
Difícilmente esta visión la encontraremos en las casas de estudio, en bibliotecas y libros, la teoría ciudadana si bien es cierto se estudia en la Universidad, pero su praxis es eminentemente social. Surge del conflicto y se alimenta en el dialogo, a veces armonioso a veces tenso, pero siempre dimanados resultados satisfactorios, como el simple hecho de expresarse.
Esa es la única posibilidad de encontrar puntos en común, rutas de acuerdo donde todos tienen la posibilidad de ganar. Eso es y será necesariamente el nuevo dialogo político-social, y a eso se están enfrentando los nuevos gobiernos.
Es por ello que, en aras de abonar al buen desempeño de dichos mecanismos, la experiencia, el aprendizaje acumulado que han desarrollado las organizaciones no gubernamentales, civiles, y demás grupos organizados de la sociedad civil organizada, deben ser tomadas en cuenta.
Los años de trabajo honesto, sin otro fin que el de ayudar per se, alejado del interés político y muchas veces ante la orfandad institucional, tiene que ser una acción prioritaria por parte de las y los que están al frente de la construcción de lo que será el eje articulador del futuro del estado en los próximos seis años.
Hablar de ciudadanía es entonces hablar de inclusión, de dialogo constructivo, de generar conflicto y de fijar nuevas reglas del juego. Hablar de ciudadanía sin duda es un reto complicado, en un momento complicado, pero sus frutos sin duda son insuperables.
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